jueves, 29 de abril de 2021

MUJERES DE LA BIBLIA II (NUEVO TESTAMENTO)

 

Mujeres en el Nuevo Testamento.


En el mundo antiguo, salvo casos aislados, la mujer se limita a sus labores, se la considera inferior, vive en relación de dependencia, está sometida. Según La Misná, que recoge la tradición oral judía hasta el siglo II d.C., la hija "permanecerá siempre bajo la autoridad paterna hasta que no pase, con las nupcias, a la dependencia del marido” (Orden tercero, IV,5). El historiador judío Flavio Josefo lo atestigua: “La mujer, dice la ley, está sometida al marido en todo” (Contra Apionem, 2,24). ¿Cambia la situación de la mujer con la experiencia del Evangelio? Veamos la figura de más de cuarenta mujeres en el Nuevo Testamento: ¿qué papel tienen?, ¿el papel tradicional?, ¿un papel nuevo?

1) Isabel, madre de Juan Bautista. Isabel vive en la montaña. Está casada con un sacerdote llamado Zacarías. No tienen hijos y ambos son de edad avanzada (Lc 1,5-7). Pero Isabel concibe un hijo, que le ha sido anunciado: “estará lleno de espíritu santo desde el seno de su madre” (1,15). Estando encinta, recibe la visita de su prima María: “en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de espíritu santo, y exclamó: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, y ¿de dónde a mi que la madre de mi Señor venga a mi?", "feliz la que ha creído que se cumplirán en ella las cosas que le fueron dichas de parte del Señor”. Y dijo María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor” María permaneció con ella unos seis meses (1,39-56).

2) María, la Madre. En el evangelio de Lucas, María aparece como modelo de discípulo que acoge la Palabra: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra" (Lc 1,38). Cantamos así el anuncio que recibe: "No temas llena de gracia, que está contigo el Señor, alégrate, en tu esperanza, alumbra la luz del sol". María guarda en el corazón lo que se dice del niño (2,51). En Nazaret va tejiendo el lenguaje humano de Jesús. En el evangelio de Juan "la madre de Jesús", sin decir su nombre, aparece en la boda de Caná (Jn 2,5) y al pie de la cruz (19,25). En los demás evangelios, María aparece poco y, cuando aparece, se dice que lo que importa no es la relación familiar, sino la escucha de la palabra de Dios. Una vez, hablando Jesús a la gente, alzó la voz una mujer y dijo: "Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron". Replicó Jesús: "Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan" (Lc 11,27-28). En los Hechos de los apóstoles, María aparece en oración con los discípulos (Hch 1,14).

3) Ana, la profetisa. Vivió siete años con su marido y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro: "No se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones". Presenciando el momento de la presentación de Jesús en el templo, donde lo tuvo en sus brazos y "alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Lc 2,36-38).

4) La novia de Caná ¿Parientes? ¿Vecinos? El caso es que María y Jesús estaban invitados a la boda. Primer “signo de Jesús”: seis tinajas de cien litros cada una = ¡seiscientos litros! Podrían montar una tienda. Jn.,2,3

5) La suegra de Pedro. Al llegar Jesús a la casa, vio a la suegra de Pedro en cama, con fiebre. Le tocó la mano, y la fiebre la dejó, y se levantó y se puso a servirle. Una vez curada, ayuda a curar. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: "El tomó nuestras flaquezas y curó nuestras enfermedades" (Mt 8,14-17). Por "demonios" podemos entender problemas, flaquezas, enfermedades. Se ha prestado a toda serie de interpretaciones jocosas sobre su parentesco con Pedro. Lc.,4,38

6) La viuda de Naim. Mujer, sin esposo y sin hijo único, total, un cero a la izquierda. Jesús cambia la situación de la mujer. Fue Jesús a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: “No llores”. Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: “Joven, a ti te digo: Levántate”. El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios diciendo: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, y Dios ha glorificado a su pueblo” (Lc 7,11-16).


7) La pecadora. Probablemente la “mujer pública” del pueblo. Jesús le devuelve la dignidad perdida, después de su derroche de amor: “sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho “... Un fariseo invitó a Jesús a comer. Había en la ciudad una mujer pecadora, la cual, al enterarse de que Jesús estaba en casa del fariseo, se presentó allí con un frasco de alabastro lleno de perfume, se puso detrás de él a sus pies y, llorando, comenzó a regarlos con sus lágrimas y a enjugarlos con los cabellos de su cabeza, los besaba y ungía con el perfume. El fariseo que le había invitado, al verlo, se decía: “Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca. ¡Una pecadora!”. Jesús le dijo: “Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía diez veces más que el otro. Como no podía pagarle, se lo perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?” El fariseo respondió: “Supongo que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”...Y dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”, “tu fe te ha salvado, vete en paz” (Lc 7,36-50).

8) La hija de Jairo. La pobrecilla estaba en cama y no comía. Probablemente Jesús la curó de la anorexia. Lc.8 ,43

9) La hemorroísa. Uno de los más hermosos pasajes del evangelio. Lo recogen también Mateo (9,18-26) y Marcos (5,21-23). Esta mujer era un caso de impureza legal según Lev.15,25-31, pero Jesús se salta la ley para salvar a la persona. Lc., ibid.

Estando Jesús a la orilla del lago de Galilea, llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Cayó a sus pies y le suplicaba diciendo: "Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella para que se salve y viva". Y se fue con él. Entonces una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado toda su fortuna sin obtener ninguna mejoría, e incluso había empeorado, al oír hablar de Jesús, se acercó a él por detrás entre la gente y le tocó el manto, pues se decía: “Con solo tocar sus vestidos, me curo”. Inmediatamente se secó la fuente de las hemorragias y sintió que su cuerpo estaba curado. Jesús se volvió a la gente y dijo: “¿Quién me ha tocado?". Sus discípulos le contestaron: “Ves que la multitud te apretuja, ¿y dices quién te ha tocado?”. El seguía mirando alrededor. Entonces la mujer se acercó asustada y temblorosa, se postró ante Jesús y le dijo toda la verdad. El dijo a la mujer: “Hija, tu fe te ha curado, vete en paz, libre ya de tu enfermedad” (Mc 5,21-34).

10) Las mujeres que acompañaban a Jesús. “... algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios,Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes...”. Discretas, pero imprescindibles, las mujeres. Lc.,8,2-3

Muchas mujeres descubren la liberación del Evangelio: la mujer encorvada, la hemorroísa, la viuda de Naím, la mujer cananea, la samaritana, la pecadora perdonada, la mujer sorprendida en adulterio. Son curadas y participan en la misión de Jesús, que enseña y cura (Mc 1,21-28). Como aparecen tres varones (Pedro, Santiago y Juan) en momentos importantes (la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración, la agonía de Getsemaní), también aparecen tres mujeres en momentos cruciales y decisivos. Mientras los varones huyen, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé se mantienen fieles hasta la muerte (Mc 15,40). María Magdalena, Juana, María la de Santiago y las que estaban con ellas anuncian a los demás la resurrección de Jesús (Lc 24,10).

11) Marta y María. Frecuentemente son consideradas como personificación de la vida activa (Marta) y de la contemplativa (María). Mientras ésta escuchaba a los pies de Jesús, Marta se afanaba en preparar la comida. Pero Jesús (y la Iglesia hoy), necesitaba de las dos. 

Llegó Jesús a una aldea y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María. Esta, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras. Marta andaba afanosa en los muchos quehaceres, se paró y dijo: “Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con las faenas? Dile que me ayude”. El Señor contestó: “Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas, y sólo es necesaria una. María ha escogido la mejor parte y no se la quitarán” (Lc 10,38-42).

12) La mujer curada en sábado. Frente a la hipocresía de los fariseos  Jesús devuelve a  la salud a una pobre mujer. 

Un sábado estaba Jesús enseñando en una sinagoga y había una mujer encorvada que llevaba  dieciocho años enferma y no podía  enderezarse. Al verla, Jesús le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad" (Lc 13,12). Muchas mujeres se han visto encorvadas por el peso de la enfermedad, por las cargas sociales y religiosas, por la marginación que sufren, pero también (en el encuentro con Jesús) se han enderezado, quedando libres de ataduras y condicionamientos.

13) La mujer de la moneda. Seguramente era una de las moneditas de su corona de novia, que las mujeres guardaban como  oro en paño. Lc.,15,8

14) La viuda y el juez. "Una viuda que solía decirle (al juez): Hazme justicia frente a mi adversario.Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia…”. Me recuerda el poema de Rosalía “A xusticia po-la man”. Lc.18

15) La viuda de la limosna. Sentado Jesús frente al tesoro del templo, miraba cómo la gente echaba en las arcas. Muchos ricos echaban mucho. Pero llegó una viuda pobre y echó unos céntimos. Llamó a sus discípulos y les dijo: “Os aseguro que esta pobre viuda ha echado más que todos, pues todos han echado de lo que les sobra; en cambio ella ha echado de su indigencia todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,41-44). Lo dice la canción: "Cuando el pobre nada tiene y aún reparte...va Dios mismo en nuestro mismo caminar"                                                                                         

16) La samaritana. Iba por agua al pozo de Jacob y se encontró con el Agua viva de Jesús. Llega Jesús a una ciudad de Samaría. Los discípulos han ido a comprar comida. Cansado del camino, se sienta Jesús junto al pozo. Es hacia el mediodía. Llega una mujer samaritana a sacar agua. No se dice su nombre. Le dice Jesús: “Dame de beber”. Ante la perplejidad de la samaritana, Jesús habla del don de Dios y de la cuestión de quién da el agua viva: La mujer toma al pie de la letra las palabras de Jesús: "Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo; ¿de dónde tienes tú esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo?". Jesús habla de otra agua: "Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé, se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna". Le dice la mujer: “Señor, dame de esa agua” (Jn 4,1-15). El le dice: “Vete, llama a tu marido y vuelve acá”. Responde la mujer: “No tengo marido”. Le dice Jesús: “Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad”. La conversación pasa al terreno religioso: ¿dónde hay que adorar?, ¿en Samaría o en Jerusalén? Responde Jesús: Llega la hora (ya estamos en ella) en que los verdaderos adoradores adorarán al padre en espíritu y en verdad”. Cuando venga el Cristo nos lo explicará todo, dice la mujer. Jesús le dice: “Yo soy, el que está hablando contigo”. En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de que hablara con una mujer, pero nadie le dijo nada. La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: “Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?” (Jn 4,1-30).

17) La mujer adúltera. Jesús rescata, perdona y devuelve la dignidad a aquella mujer, a quien los “viejos verdes” querían lapidar. Recuerda el episodio de Susana (Dn,13), aunque ésta era inocente. 

Un día estaba Jesús enseñando en el templo. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio. Le dicen para tener de qué acusarle: “Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?”. La desigualdad entre hombre y mujer es evidente: ¿Dónde está el cómplice del adulterio? Jesús, inclinándose se puso a escribir con el dedo en la tierra. Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado que le tire la primera piedra”. E inclinándose de nuevo escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos. Y se quedó Jesús sólo con la mujer. Incorporándose Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde están?, ¿nadie te ha condenado?”. Ella respondió: “Nadie, Señor”. Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más” (Jn 8,2-11). Por tanto, conversión, sí; penalización, no.

18) La sirofenicia. Ejemplo de oración persistente, que convence a Jesús: “… también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”.

Fue Jesús a la región de Tiro y de Sidón. Entró en una casa, pero no logró pasar inadvertido. Una mujer cananea salió de aquellos contornos y se puso a gritar: “¡Ten compasión de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio”. Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Despídela, porque viene gritando detrás de nosotros”. El respondió: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Ella se acercó, se puso de rodillas delante de él y le suplicó: “¡Señor, ayúdame!”. Los judíos no podían admitir a su mesa a los paganos. Jesús le dijo: “No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros”. Pero ella respondió: “Cierto, Señor, pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que te suceda como quieres”. Y desde aquel momento quedó curada su hija (Mt 15,21-28).

19) La madre de los Zebedeos. Atrevida y pretenciosa: pide a Jesús nada menos que sus hijos (Santiago y Juan) se sienten uno a su derecha y otro a su izquierda en el Reino. Mt.20,20

20) Las diez vírgenes. Parábola sobre la vigilancia y la atenta espera del Señor.  Las cinco vírgenes prudentes llevan aceite suficiente para la espera del novio en la noche; las necias no, y cuando el novio tarda, se les acaba el aceite y no pueden tener las lámparas encendidas. Mt.25,1-13

21) La criada de Caifás. Una pesadilla para Pedro. El, que quería pasar desapercibido es descubierto por su acento galileo como discípulo del acusado. Mt.26,69.75

22) La mujer de Pilato. Padecía pesadillas con Jesús y se lo va a decir a su marido… De todas formas, Poncio se lavaría las manos. Mt.27,19

23) Las mujeres de Jerusalén. Lloraban al ver pasar a Jesús cargando con la cruz. El les diría: ”Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos…”. Lc.23,27

24) Las mujeres del Calvario. “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena”. S.Mateo habla de más mujeres, entre ellas la madre de Santiago y José y la madre de los Zebedeos. Mt.27,55/Jn.19,25

25) Maria Magdalena y el resucitado. La primera en experimentar su presencia y comunicárselo a los demás.  

María de Magdala, ciudad situada junto al lago de Galilea, es una mujer curada por Jesús. De ella "habían salido siete demonios" (Mc 16,9), o sea, varios problemas. Anuncia la resurrección de Jesús a los demás. El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro. Echa a correr y dice a Simón Pedro y a Juan: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde le han puesto". Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y vio dos ángeles, dos mensajeros, vestidos de blanco, vestidos de gloria, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Le dicen: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella expresa su desconcierto: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto". Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?". Ella, pensando que era el hortelano, le dice: "Señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has puesto, y yo me lo llevaré". Jesús le dice: "María". Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní", que quiere decir: "Maestro". Le dice Jesús: "No me toques, que todavía no he subido al padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi padre y a vuestro padre, a mi Dios y vuestro Dios". Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras (Jn 20,1-18). En los primeros siglos se la llama apóstol de los apóstoles. El evangelio de Mateo dice que ella y la otra María, la de Santiago, "acercándose, se asieron a sus pies y le adoraron" (Mt 28,9). Pero el resucitado no puede ser tocado, agarrado, retenido (ver Cc 3,4). Se escapa de las manos, sube a la casa del padre.

26) Safira, la mentirosa. Los primeros cristianos “ponían sus sus bienes a los pies de los Apóstoles”… Pero Ananías y su esposa Safira engañaron a Pedro, reservándose parte de su propiedad. El castigo fue duro y ejemplarizador (Hch

5,1-11).

27) Las cuatro hijas de Felipe. “Este tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban...”. No solía haber profetisas. Hch.21,9 Hay profetisas, las cuatro hijas de Felipe (Hch 21,9); también diaconisas

28) Tabita, la costurera de Jaffa. La buena de Tabita, o Gacela, era modistilla y hacía “infinidad de obras buenas y limosnas”. Vivía en Lida (actual Lod, aeropuerto de Tel Aviv), enfermó y murió. Todas sus clientas hacián duelo por ella, enseñando los vestidos que hacía. Mandaron llamar a Pedro, que estaba el Jaffa. Al estilo de Jesús, le dio la mano y la resucitó. Hch.9,36

29) Lidia, la vendedora de púrpura. Junto a las grandes comunidades, como Jerusalén o Antioquía, están las pequeñas comunidades, cuya dirección puede corresponder al cabeza de familia, varón o mujer (Rm 16,3-5;Col 4,15). En Filipos, la comunidad empieza por un grupo de mujeres: Una de ellas es Lidia, vendedora de tinte púrpura, natural de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo, que se la encuentra en Filipos, a la orilla del río. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: "Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa" (Hch 16,12-15). . Se bautizó con toda su familia e hizo un gran banquete.

30) La joven adivina. Esta esclava tenía dotes de adivinación y era explotada por su amo a quien “proporcionaba grandes ganancias”. Se convirtió en seguidora de Pablo. Hch.16,16

31) Dámaris, la areopagita. Pablo tuvo la osadía de ir a anunciar a Jesús Resucitado al mismo Areópago. Los sabios se lo tomaron a broma:”de esto ya te oiremos hablar en otra ocasión”.. Algunos le siguieron, entre otros Dionisio el Areopagita y “una mujer llamada Dámaris”. Hch.17,34

32) Berenice, la mujer de Agripa. No tiene otro protagonismo que el de estar al lado de su esposo en el juicio de Pablo. Hch.25,13

33) Febe, la diaconisa. Parece que no se trata de ningún ministerio ordenado. En la carta a los Romanos, Pablo recomienda a Febe, "nuestra hermana, diaconisa (servidora, ministra, matrona) de la Iglesia de Céncreas": "recibidla en el Señor de una manera digna de los santos, y asistidla en cualquier cosa que necesite de vosotros, pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo" (Rm 16,1-2).

34) Priscila, la esposa de Áquila. En Corinto se encuentra Pablo con un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, y con su mujer Priscila, por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma; se llegó a ellos y como era del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. El oficio de ellos era fabricar tiendas (Hch 18,1-3). Poco después, en Efeso, se encuentran con un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, hombre elocuente, que dominaba las Escrituras. Había sido instruido en el camino del Señor, y con fervor de espíritu hablaba y enseñaba con todo esmero lo referente a Jesús, aunque solamente conocía el bautismo de Juan: "Al oírle Aquila y Priscila, le tomaron consigo y le expusieron más exactamente el Camino" (Hch 18,24-27). Dice también Pablo: "Saludad a Prisca y Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron sus cabezas para salvarme. Y no soy yo solo en agradecérselo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad; saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa" (Rom 6,3-5)

35) María. "... Que con tanto afán ha trabajado en vuestro favor”. Rom.16,6 Las mujeres toman la palabra en la comunidad: "Profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas" (Hch 2,17; 1 Co 11,5). Muchas se distinguen en el servicio del evangelio, como María, madre de Juan Marcos, y su sirvienta Rode (Hch 12,12-13).

36) Junia. La esposa de Andrónico. Pablo dice: "Saludad a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, que son ilustres entre los apóstoles y además llegaron a Cristo antes que yo”(Rom 16, 6-7)

37) Trifena y Trifosa. ”Que han trabajado afanosamente en el Señor”. Rom.16,12 Pablo dirá: "saludad a Trifena y a Trifosa, que se han fatigado en el Señor. (Rom 16,12).

38) Pérside. ”Saludad a la amada Périsde, que ha trabajado con mucho afán en el Señor” (Rom16,12)

39) Julia. La última que figura con su nombre propio en esta larga postdata de la carta a los Romanos, junto con Filólogo, Nereo y su hermana. "Saludad a Asíncrito y Fregonta, ...a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, lo mismo que a Olimpas" (Rom 16,14-15).

40) Evodia y Síntique. Pablo les ruega que se pongan de acuerdo y a Timoteo,”leal compañero..que las ayudes, pues ellas lucharon a mi lado por el Evangelio..”. Ruega "a Evodia, lo mismo que a Síntique, que tengan un mismo sentir en el Señor" (Flp 4,2)

41) Otras mujeres cristianas. En la carta a los Colosenses, saluda "a los hermanos, a Ninfas y a la Iglesia de su casa" (Col 4,15).  En la primera carta a los Corintios, les dice que sabe "por los de Cloe, que existen discordias entre vosotros" (1 Co 1,11). En la carta a Filemón, saluda a la hermana Apia (Flm 2).

42) Loida y Eunice, madre y abuela de Timoteo. “Evoco el recuerdo de tu fé sincera, la que arraigó primero en tu abuela Loide y en tu madre Eunice, y estoy seguro que también en ti”. 2Tim.1,5

42) La Mujer y el dragón. A finales del siglo I, en época de persecución, Juan dice ver en el cielo (en el lenguaje de las constelaciones) lo que está pasando en la tierra: "Una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto" (Ap 12,1-2). La mujer es la Iglesia naciente, la comunidad cristiana, vestida del sol, ciertamente "sol de justicia" (Ml 3,20), vestida del Señor Resucitado, iluminada por la gloria de Dios (Ap 21,23). La luna puede ser María. La corona de doce estrellas, los apóstoles. Es una Iglesia que está dando a luz, un Iglesia fecunda. Frente a ella, amenazante, aparece "un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos", "su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra" (Ap 12,3-4). El dragón es "la serpiente antigua" (Ap 12,9), el imperio, el poder. La lucha es brutal, pero "ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos" (Ap 12,10).





MUJERES EN LA BIBLIA I.

Mujeres en la Bibia I (Antigüo Testamento)

    

 Frecuentemente se considera la Biblia como un hito de la cultura patriarcal, donde los protagonistas son varones: ¿es esto así?, ¿cómo aparecen las mujeres en la Biblia?, ¿qué papel tienen?, ¿la palabra de Dios va superando la cultura patriarcal?

Atrévete a conocer la experiencia de diversas mujeres en el Antiguo Testamento. Son más de cuarenta semblanzas o retratos. No son siempre historias ejemplares. Son historias reales, de las que podemos sacar una lección y con las que podemos sentirnos identificados por tener alguna experiencia similar.

Mujeres en la Biblia I (Antiguo Testamento)

En el mundo antiguo, salvo casos aislados, la mujer se limitaba a sus labores, se la consideraba inferior, vivía en una relación de dependencia, está sometida al hombre.

Según La Misná, que recoge la tradición oral judía hasta el siglo II d.C., la hija “permanecerá siempre bajo la autoridad paterna hasta que no pase, con las nupcias, a la dependencia del marido” (Orden tercero, IV,5).

El historiador judío Flavio Josefo lo atestigua: “La mujer, dice la ley, está sometida al marido en todo” (Contra Apionem, 2,24).

¿Cambia la situación de la mujer con la experiencia del Evangelio? Puedes conocer la figura de más de cuarenta mujeres en el Nuevo Testamento: ¿qué papel tienen?, ¿el papel tradicional?, ¿un papel nuevo?








1) Eva, la madre de la humanidad, "madre de todos los vivientes" (Gn 3,20) No es una figura histórica. Forma parte de la pareja original. Según el proyecto de Dios, varón y mujer están llamados a ser "una sola carne" (Gn 2,24), en situación de igualdad, en un mundo humano y habitable, "un jardín" (2,8); la relación entre ambos es armoniosa, la comunicación es transparente: "estaban desnudos...pero no se avergonzaban uno del otro" (2,25). La sumisión de la mujer no pertenece al proyecto de Dios, es obra del pecado humano (3,16), del tipo de vida cananeo, simbolizado en la serpiente. La lucha es profunda: "Enemistad pondré entre ti y la mujer" (3,15).

2) Sara, o Saray. Es la mujer de Abraham (Gn 11,29). Le acompaña cuando sale de su tierra para dirigirse a Canaán (12,5). En época de hambre, bajan a Egipto (12,10). Abraham le dice a Sara: "Eres mujer hermosa. En cuanto te vean los egipcios, dirán: Es su mujer, y me matarán a mí, y a ti te dejarán viva. Di, por favor, que eres mi hermana" (12,11-13). Se produce un equívoco y el faraón la toma como esposa (12,19). "Es cierto que es hermana mía, hija de mi padre, aunque no de mi madre, y vino a ser mi mujer", explica Abraham (20,12). Sara, que es estéril (11,30), acepta tener hijos de Agar, la esclava (16,2), pero Agar, al verse encinta, la mira con desprecio (16,4). Sara da a luz a Isaac: nada hay imposible para Dios (18,14). Finalmente Sara se impone y le dice a Abraham: "Despide a la criada y a su hijo" (21,9-10).

3) La mujer de Lot. Lot es sobrino de Abraham (Gn 12,5). Sigue a su tío a todas partes. Al volver de Egipto, se establecen en el Negueb, pero tienen que separarse por problemas que surgen entre  los pastores de ambos. Abraham dejó elegir a su sobrino la tierra mejor, la vega del Jordán, junto a Sodoma. El se quedó junto a la encina de Mambré, en Hebrón (13,1-18). Sin saberlo, Lot eligió una tierra que sería catastrófica. Aunque estaba avisada, la mujer de Lot quedó convertida en estatua de sal por mirar hacia atrás, cuando había que escapar deprisa (19,26). Lot se quedó a vivir en el monte con sus dos hijas. La mayor dijo a la pequeña: "No hay ningún hombre en el país que se una a nosotras" (19,31). Entonces le dieron vino a su padre, se acostaron con él y quedaron encinta (19,33-36)

4) Agar (Gn.16,1..ss), sirvienta de Abraham. Abraham tuvo un hijo con ella, Ismael, de ahí que se la conozca como "la madre de los ismaelitas".

5) Rebeca. Es hija de Betuel, hijo de Milká, cuñada de Abraham (Gn 24,15). A través de diversas mediaciones se celebra su boda con Isaac: la persona que hace de intermediario (Gn 24,2), el encuentro junto al pozo (24,17), la reunión familiar que concluye: “Del Señor ha salido este asunto” (24,50), la decisión de Rebeca (24,58), la decisión de Isaac (24,67).

6) Lea. Era la hermana de Raquel y sabemos por la biblia que tenía los ojos delicados. Fue la primera esposa de Jacob (Gn 29, 20-29).

7) Raquel. Es pastora (Gn 24,9). Se encuentra con Jacob junto al pozo. Este resulta ser pariente de su padre. Ella se echa a correr y lo anuncia a su padre (29, 11-12). Jacob se queda trabajando en casa de su padre, que se llama Labán. Este tiene dos hijas: Lía, que es la mayor, y Raquel. “Jacob estaba enamorado de Raquel” (29,16-17), pero Labán hace trampa y le da las dos, diciendo: “No se usa en nuestro lugar dar la menor antes que la mayor” (29,26). La tumba de Raquel está en Belén.

8) Dina (Gn34), hija de Lea y Jacob, raptada por Siquén, el cananeo.

9) Judá, hijo de Jacob, se casa con una mujer cananea. Tienen tres hijos. El primero se casa con Tamar, pero muere sin dejar descendencia. Según la ley del levirato (Dt 25,5) la viuda se casa con el segundo. Este tiene relaciones con ella, pero evita tener descendencia (Gn 38,9). Muere también. Entonces Judá dice a su nuera: “Quédate como viuda en casa de tu padre hasta que crezca mi hijo” (38,11), el tercero. Con el tiempo enviuda Judá. El hijo había crecido, pero no se le daba como esposo (38,14). Entonces Tamar deja su ropa de viuda, se cubre con el pelo y se sienta a la vera del camino. Judá la ve y la toma por una prostituta. Tiene relación con ella a cambio de un cabrito. Como prenda, ella se queda con su sello, su cordón y su bastón (38,18). A los tres meses, se entera Judá que su nuera estaba encinta. Entonces dice: “Sacadla y que sea quemada” (38,24). Cuando la sacaban, Tamar envía un recado a su suegro: “Del hombre a quien esto pertenece estoy encinta”. Judá lo reconoce (38,26).

10) José, hijo de Jacob, es vendido como esclavo y comprado por el egipcio Putifar. Es “apuesto y de buena presencia" (Gn 39,6). La mujer de Putifar se fija en él, lo agarra por el manto y le dice: "Acuéstate conmigo" (39,7). Mas él, dejando el manto entre sus manos, sale fuera y huye (39,12). Cuando llega el marido, le dice la mujer: "Este siervo hebreo, que tú nos trajiste, ha intentado abusar de mí, pero yo he gritado y entonces ha dejado su manto junto a mí y ha huido fuera"  (39,17-18). El amo le mete

en la cárcel (39,21).

11) Asenat es una mujer gentil, hija de Poti Fera, "regalo de Ra", sacerdote del culto solar (Gn 41,45). Se casa con José. Tienen dos hijos. Al tener el primero, dice ella. "Dios me ha hecho olvidar todo mi trabajo y la casa de mi padre". Al tener el segundo, comenta: "Dios me ha hecho fructificar en el país de mi aflicción" (41,50-52). Hay siete años de hartura y siete años de hambre. José había previsto la crisis y la gestiona: "haced lo que él os diga", dice el faraón (45,53-55). En los almacenes de Egipto había reserva de trigo.

12) Un faraón tiene miedo del crecimiento de los israelitas (Ex 1,8-10). A los trabajos forzados, se añade una medida peor: las parteras deben hacer morir a los niños hebreos (1,16). La madre de un recién nacido esconde a su hijo todo el tiempo que puede. A los tres meses toma una cestilla de papiro, la calafatea con betún y pez, mete en ella al niño y la pone entre los juncos, a la orilla del río. La hermana del niño se queda observando lo que pasaba (2,3-4). La hija del faraón bajó a bañarse y vio la cestilla entre los juncos. Se compadeció del niño y lo adoptó. Encargó a la madre del niño que lo criara. Le llamó Moisés, diciendo: "De las aguas lo he sacado" (2,9-10).

13) Séfora, la esposa de Moisés, hija de un sacerdote de Madián. Da a luz un hijo y le llama Guersom, pues dice: "Forastero soy en tierra extraña" (Ex 2,16-21; 18,1). María y Aarón murmuran contra Moisés por causa de la mujer cusita (etíope) que ha tomado por esposa. Dicen: “¿Es que el Señor no ha hablado más que con Moisés? ¿No ha hablado también con nosotros?" (Nm 12,1-2).

14) Miriam (o María), hermana de Moisés y Aaron, "la profetisa, hermana de Aarón" (Ex 15,29; ver Nm 26,59), celebra el paso del mar Rojo. Toma en sus manos un tímpano y todas las mujeres la siguen con tímpanos y danzando en coro. María entona el estribillo: "Cantad al Señor pues se cubrió de gloria, arrojando en el mar caballo y carro. Mi fuerza y mi canto es el Señor. El es para mi la salvación".

15) Tras la muerte de Moisés, Josué conduce al pueblo a la tierra prometida. Envía secretamente dos hombres que exploren el país y la ciudad de Jericó. Entran en casa de Rajab, una mujer prostituta. Denunciados ante el rey, la mujer los esconde entre unos haces de lino en el terrado de la casa. Después les dice: “Yo sé que el Señor os ha dado esta tierra”, “nos hemos enterado que el Señor secó las aguas del mar de Suf delante de vosotros a vuestra salida de Egipto”, “juradme, pues, ahora ...que trataréis con bondad a la casa de mi padre” (Jos 2,1-13).

16) Débora. Es profetisa y juez de Israel. Se sentaba bajo la palmera entre Ramá y Betel, en las montañas de Efraím: "los israelitas acudían a ella en busca de justicia" (Jue 4,5). Mandó llamar a Barak y le dijo: "Recluta y toma contigo diez mil hombres de los hijos de Neftalí" (4,6), "el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer" (4,9). Esa mujer es Yael (4,21). El cántico de Débora es un canto de victoria sobre los enemigos. Exalta a las tribus que han respondido a la llamada de Débora e increpa a las que no han acudido a combatir: "¡Despierta, Débora, despierta!...entona un cantar!¡Animo! !Arriba, Barak!" (5,12).

17) Yael (Jue.4,21 ss), mató al general enemigo, Sísara, cuando yacía en su tienda. La astucia de Yael llevó a los israelitas a la victoria. De ella podemos aprender que no debemos dudar de las promesas de Dios.

  

18) Jefté es jefe de una banda que protege el territorio de los enemigos que lo invaden. Para asegurarse de que Dios estará de su parte en una batalla, hace una promesa: "El primero que salga por la puerta de mi casa a mi encuentro, cuando vuelva victorioso, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto" (Jue 11,30-31). Cuando regresa a su casa, sale a su encuentro la hija de Jefté bailando al son de las panderetas. Es su hija única. Al verla, rasga sus vestidos y grita: "¡Ah, hija mía, me has destrozado! ¿Habrías de ser tú la causa de mi desgracia? Abrí la boca ante el Señor y no puedo volverme atrás" (11,34-35). Dos meses después, la ofrece en holocausto (11,30)

19) Dalila fue la mujer de la que se enamoró Sansón, un juez de Israel (Jue 16, 4-5). Dalila aceptó dinero de los gobernantes filisteos para traicionar a Sansón. Dios había estado utilizando a este juez para salvar a los israelitas de los filisteos. Estos enemigos no podían vencer a Sansón, pues Dios le había dado una fuerza extraordinaria (Jue 13,5). Por eso, los gobernantes filisteos le pidieron ayuda a Dalila. Sobornaron a Dalila para que descubriera por qué Sansón era tan fuerte. Ella aceptó el dinero y después de varios intentos logró averiguar el secreto de Sansón (Jue 16,15-17). Dalila les reveló el secreto a los filisteos, y así pudieron capturar y encarcelar a Sansón (Jue 16, 18-21). Dalila se dejó dominar por la codicia

20) Huyendo del hambre, una familia de Belén se traslada a Moab. El marido de Noemí muere allí. Mueren también sus dos hijos casados con dos mujeres moabitas, Rut y Orpá. Noemí decide volver a su tierra, pero Rut le acompaña: “Donde tu vayas, yo iré, donde habites, yo habitaré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios” (Rut 1,16). En el tiempo de la siega, Rut tiene que espigar detrás de los segadores. Así se encuentra con Booz (4,13). Tienen un hijo llamado Obed, padre de Jesé y abuelo de David (4,17).

21) Ana, la madre de Samuel (1 Sm.1..), que creyó en la promesa del Señor y entonó su cántico de alabanza (1 Sm.2), en el que está inspirado el Magnificat. Su marido tiene dos mujeres. La otra, llamada Penniná, tiene hijos. Ana, no (1 Sm 1,2). “Su rival la zahería y vejaba de continuo” (1,6), “cuando subían al templo del Señor, la mortificaba. Ana lloraba de continuo y no quería comer”. Llena de amargura, ora al Señor: “Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y darle un hijo varón, yo le entregaré al Señor por todos los días de su vida” (1,11). Ana concibe un hijo a quien llama Samuel “porque, dice, se lo he pedido al Señor” (1,20). Entonces hace esta oración: “Mi corazón exulta en el Señor” (2,1).

22) Ajinoán (1 Sm14, 50), la esposa de Saúl.

23) Mical (1 Sm 14, 49) hija de Saúl y primera esposa de David (18, 20), a quien menospreció cuando danzaba detrás del Arca (2 Sm 6, 18).

24) David se casa con Mical, hija de Saúl (1 Sm 18, 27). Convertido en jefe de una banda, pide recompensa a aquellos a quienes protege. Había en Carmelo un hombre muy rico, que tenía tres mil ovejas y mil cabras. El hombre se llamaba Nabal. Su mujer, Abigail, “era muy prudente y hermosa” (25, 2-3). Llegan los hombres de David a saludarle, pero Nabal responde: “¿Quién es David y quién es el hijo de Jesé? Abundan hoy día los siervos que andan huidos de sus señores” (25, 10). Al enterarse, David montó en cólera y subió con sus hombres para matar a Nabal. Avisada Abigail, salió a su encuentro: “Caiga sobre mí la falta”, “no haga caso mi señor de este necio de Nabal” (25, 24-25). Unos días después, murió Nabal. Enterado David, envió mensajeros para proponer a Abigail que fuera su mujer. David tomó también por mujer a Ajinoam (25, 43).

 

25) Un atardecer David se paseaba por el terrado de la casa del rey, cuando vio a una mujer que se estaba bañando. Era Betsabé, mujer de Urías el hitita, una mujer muy hermosa. David envió gente que la trajese y se acostó con ella. Quedó embarazada. David mandó poner a Urías en lo más reñido de la batalla y murió (2 Sm 11). El profeta Natán denuncia al rey su crimen. David lo reconoce: “He pecado contra el Señor” (2 Sm 12, 1-15).

26) Abisag, la sunamita (1 Re 1), que “calentaba la cama” al viejo David.

27) La reina de Saba (1 Re 10 / 2 Cr 9), que vino desde muy lejos, cargada de regalos, para experimentar la sabiduría de Salomón.

28) En tierra de Sidón, una mujer viuda que recogía leña, la viuda de Sarepta, da de comer al profeta Elías. Es tiempo de hambre. El profeta anuncia a la viuda: "No se acabará la harina en la tinaja, no se agotará el aceite en la orza hasta el día en que el Señor conceda la lluvia sobre la tierra" (1 Re 17,14). Después de estas cosas, el hijo de la viuda cae enfermo y queda sin aliento. La oración de Elías le devuelve la vida (17,20).

29) Jezabel, princesa fenicia, se casa con Ajab, rey de Israel (874-853). Convence a su marido para que deje al Dios de Israel y erija en Samaría un templo a Baal (1 Re 16,33). Cuatrocientos cincuenta profetas falsos comen a la mesa de Jezabel(18,19). Una pertinaz sequía asola el país. Refugiado en la cueva del Horeb, el profeta Elías se queja ante Dios: “Los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para cercenarla” (19,10).

30) Una mujer de la comunidad de los profetas, la viuda del aceite, le dice a Eliseo: "Mi marido ha muerto", "el acreedor ha venido a tomar mis dos hijos para esclavos suyos", "tu sierva no tiene en casa más que una orza de aceite" (2 R 4, 1-2). Eliseo avisa a las vecinas que llegan con tinajas. El aceite se multiplica. El profeta dice a la viuda: "Anda y vende el aceite y paga a tu acreedor, tú y tus hijos viviréis de lo restante" (4,7).

31) La mujer del Cantar de los Cantares es la Sunamita (Cc 7,1), quizá de la ciudad palestina de Sunem, hoy Solem. Se presenta a sí misma: “Negra soy, pero graciosa”, “no os fijéis en que estoy morena, es que el sol me ha quemado. Los hijos de mi madre se airaron contra mi, me pusieron a guardar viñas, ¡mi propia viña no guardé!” (1,5). En cierto sentido, es inaccesible: "Huerto cerrado", "fuente sellada“ (4,12). Vive el compromiso que nace del amor: "Ponme cual sello sobre tu corazón" (8,6).

32) Atalía (2 Re 11 / 2 Cr 22,16), madre del rey Ocozías, que se propuso eliminar a toda la estirpe real.

33) Hulda es una mujer casada y vive en Jerusalén. Es considerada como profetisa. Con ocasión de unas obras de reforma, se encuentra en el templo el manuscrito perdido, "el libro de la Ley" (2 R 22,8). El rey Josías (640-609) envía al sumo sacerdote Helcías y a otros hombres para que consulten a Hulda cuál es la voluntad de Dios "acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado" (22,13). La profetisa les responde: “Así habla el Señor: Voy a traer el mal sobre este lugar y sus habitantes...porque ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, irritándome con todas las obras de sus manos" (22,16-17). 

34) En el libro de Tobías dos historias se desarrollan en paralelo. La del viejo Tobit (Tb 1,1), deportado a Nínive en el exilio del reino del Norte (722 a.C.);que ha quedado ciego y tiene un hijo llamado Tobías. La otra historia es la de la joven Sara, desgraciada en amores. Un demonio (Asmodeo, que hace perecer) devora a sus maridos.

 El viejo y la joven, en sitios muy distantes, le piden a Dios que les envíe la muerte (3,6 y 3,15). No se conocen, pero Dios hace confluir sus respectivos destinos de modo que se produzca un desenlace feliz (3,16-17). Tobit se acordó de un dinero que podía recuperar en un país lejano (4,1). De esta forma, Tobías se encuentra con Sara (10,1-14). Un hombre, que busca trabajo, le acompaña (5,5-17).

35) Judit es viuda, "muy bella y muy bien parecida”, “no había nadie  que pudiera decir de ella una palabra maliciosa” (Jd 8,7-8). En situación de asedio, se introduce entre las tropas del general asirio Holofernes, simulando una deserción. El general, bajo el influjo de su encanto, dio un banquete en su honor: “bebió vino tan copiosamente como jamás había bebido en todos los días de su vida” (12,20). Cuando se hizo tarde, “quedaron en la tienda tan sólo Judit y Holofernes, desplomado sobre su lecho y rezumando vino” (13,2). Judit le decapitó. Entregó la cabeza a su sierva, que la metió en la alforja de las provisiones. Luego salieron las dos juntas a hacer la oración, como de ordinario, atravesaron el campamento enemigo y se presentaron en la ciudad, que se vio así libre del asedio (13,6-10).

36) Ester, que salvó a su pueblo de las maquinaciones de Amán ante el Rey de Persia. A Ester su padre le había trasmitido, con la memoria de sus antepasados y de su pueblo, la fe en un Dios del que todos proceden y al que todos están llamados a responder. Sin embargo, Ester no es precisamente un ejemplo de vida familiar: forma parte del harén real (Est 2,9) y ocupa el lugar de la reina Vastí, repudiada por su marido, el rey Asuero (2,17). En esta posición, libra a su pueblo de la orden de exterminio contra el pueblo hebreo dada por el primer ministro Amán (7,10).

37) Susana es una mujer casada, "muy bella y temerosa de Dios" (Dn 13,2). Dos ancianos que han sido nombrados jueces en Babilonia la desean y buscan el momento de sorprenderla a solas y abusar de ella. Los viejos están al acecho. Un día en que Susana va a bañarse en su jardín, la amenazan diciendo: "Entrégate a nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven" (13,21). Susana les responde: "Si hago esto es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mi caer en vuestras manos sin haberlo hecho, que pecar delante del Señor" (13,23). El profeta Daniel defiende a la mujer, preguntando a los viejos por separado bajo qué árbol fue: "Bajo una acacia", dice uno, "Bajo una encina", dice el otro (13,51-59).    

38) La madre de los macabeos, al ver morir a sus siete hijos en un solo día, sufre con valor, poniendo su esperanza en el Señor. Les dice: “Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco organicé yo los elementos de cada uno. Pues así el Creador del mundo...os devolverá el espíritu y la vida con misericordia, porque ahora no miráis por vosotros mismos a causa de sus leyes” (2 Mc 7,22-23).

39) Las tres hijas de Job (42, 13): Paloma (Jemima), Acacia y Azabache. Jemima es el nombre dado a la primera de las tres hijas de Jacob, que eran mujeres de gran belleza, y significa Paloma, aunque algunos traductores señalan que también puede significar “hermosa como el día”(Job 42, 14).

40) El libro de los Proverbios hace el elogio de la mujer perfecta: “Una mujer completa ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. En ella confía el corazón de su marido, y no será sin provecho. Le produce el bien, no el mal, todos los días de su vida. Se busca lana y lino y lo trabaja con manos diligentes...Abre su boca con sabiduría, lección de amor hay en su lengua...Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer que teme al Señor, esa será alabada. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza” (Pr 31,10-30).


https://youtu.be/b5rDCayY3qk


jueves, 22 de abril de 2021

TOMÁS Y LAS GAFAS DE LA FE - EXPLICACIÓN Y MANUALIDAD


Día Mundial de la Tierra... el abril 19, 2021

 



El 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, una efeméride oficial proclamada por las Naciones Unidas en 2009.

Aunque tenemos que decir que esta fecha se celebra desde el año 1970 con el objetivo de concienciar a la humanidad sobre los problemas generados por la superpoblación, la contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales.